He aprendido que el primer y mayor obstáculo en mi vida soy
yo. Yo soy la principal razón por la que no soy feliz. Yo me encargo de siempre
que tengo una ventana y una posibilidad de felicidad, de verdadera felicidad,
arruinarlo todo. No importa si es algo laboral, como el estúpido pensamiento de
que soy “superior” y que puedo encontrar trabajo por mi cuenta; como si fuese
un reto o algo personal. No importa si en el aspecto del casino, donde por
razones que ni yo mismo me explico, me niego a adicionar a amateur; como si
tuviese algo que perder, cuando la verdad es que no; o la más reciente, no
importa si tengo la opción de tener algo con alguien especial, simplemente no
puedo hacerlo.
Esta última es lo que me atormenta recientemente y no sé qué
hacer. Hay una persona en mi vida, la verdad ya tiene algo de tiempo en ella,
que simplemente es demasiado especial. Es de esas personas que se preocupa por mí,
que siempre está pendiente, que me hace sentir increíblemente especial. Todo
comenzó con una amistad increíble pero atípica y más rápido que inmediatamente
se convirtió en una de mis confidentes. Podíamos quedarnos por horas hablando
de cualquier cosa.
Al comienzo la relación era normal; una buena amistad. Después
con el tiempo se fue poniendo un poco más física. Yo pensaba que lo hacía para
cubrir una necesidad muy marcada en mi vida; la necesidad de cariño, y ella aparentemente
hacia lo mismo; sin daño alguno. Aun así no era tan rara la cosa, nos hacíamos cariñitos,
nos abrazábamos, algunas esporádicas
veces (más que todo por apoyo en momentos difíciles) nos agarrábamos de manos;
y seguíamos hablando por horas; literalmente horas.
Un día entre cariñitos y hablamos, toqué el tema de puntos
débiles (inconsciente e inocentemente)…un arma de doble filo. Poco a poco, por “juego”
o por cariño fuimos tocando sutilmente esos puntos débiles (no malpiensen).
Pero dentro de todo seguía siendo una amistad; a pesar de lo físico. Una amistad
única, pero eso en fin. En más de una ocasión se me había ocurrido besarla;
pero muchas cosas me frenaban. La amistad como tal, es de esas que no quieres
poner en riesgo; el significado de ese beso (no iba a ser un beso y ya);el no
saber que pensaba ella, etc. Por ende, dejaba esos pensamientos ocultos.
Me fui de viaje por un par de semanas. Una sorpresa muy
grande me llevé, al darme cuenta que la extrañaba, y mucho. Pero como todo, me
parecía parte de la amistad. Llegué y las cosas se mantuvieron “normales”;
pasamos horas hablando como siempre, abrazándonos como siempre, etc. Un día ese
jugueteo de “tocar los puntos débiles” nos llevó a una posición en la que tuve
que tomar una decisión y, a pesar de estar bastante… débil, la tomé. Cabe acotar
que estaba casi en pánico al hacerlo.
La verdad es que esta niña no es mi estilo; no entra para
nada en ese esquema o ese molde que había establecido. Sin embargo, por alguna
razón, pienso en ella, la extraño cundo no estoy con ella, me tiene
increíblemente mal acostumbrado a sus besos, a sus caricias. Al comienzo temía pensar que todo era un
reflejo de esa necesidad, ahora temo estar más involucrado de lo que pueda
controlar. No sé cómo explicarlo pero simplemente soy feliz; no sé si sea la
adrenalina de ocultarlo al mundo (porque esa es otra, debe ser oculta por
muchas razones que son parte de otro tema); no sé si sea esa mala costumbre a
ser consentido, mimado, querido; no sé si sea el cómo se han dado las cosas y
la amistad que tiene de trasfondo; pero simplemente me hace feliz.
El problema cae en esa felicidad, porque, por supuesto,
tengo que sabotearme y tengo que impedirme ser feliz. Tengo que pensar en lo
mucho que significa para mí y como no quiero herirla. La verdad, no he superado
a la chica anterior, y ella no se merece eso. Ella no se merece alguien que vea
a otra y sienta algo, por muy pequeño que sea ese sentimiento. Ella dice que no
puede tapar el sol con una mano; y la entiendo. Además, ¿y si esto que siento no es un
placebo? ¿y si no es más que un engaño a esa necesidad tan grande que tengo? Ella
no se merece esa duda. A veces, estando con ella, pienso en el riesgo que
amerita; aunque lo prometí y aunque haría todo lo posible por no afectar la
amistad, sé que dentro de todo en algo se afectará. La experiencia me lo ha
enseñado. Ella no se merece ese pensamiento ni ese riesgo.
La verdad es que esta niña me hace feliz, no sé por qué. Pero
yo no quiero permitirme ser feliz. Tengo que sabotearme la vida; como siempre.
No dejo de pensar en lo mal que soy; en lo mucho que puedo herirla; en las mil
y una maneras en que puedo arruinarlo todo. Ella me dice que sólo hay una
manera en que puedo herirla; pero la verdad es que hay millones. ¿Por qué no
puedo simplemente aprovecharlo, vivir y ser feliz? ¿Por qué no puedo dejar todo
a un lado? ¿Acaso quiero tanto a esta niña que la posibilidad herirla me va a
impedir ser feliz con ella? No sé qué hacer, no sé qué decisión tomar, y cada
día que pasa, me gustan más sus besos, sus caricias, su atención. Cada día que
pasa más la extraño, más la pienso. Cada día que pasa, más temo no ser quien
ella merece. Cada día que pasa busco más la felicidad, y mayor es la fuerza
para sabotearla.
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