Tuesday, March 15, 2011

Carnavales en Mérida 2011 – Día 5. La venida



Nos levantamos muy temprano el día martes, porque queríamos evitar las enormes colas en Valencia. Algunos de nosotros preferimos no dormir. A las 4:30 de la madrugada ya estábamos casi listos para partir. Cerramos la casa y les dejamos todos a Vicky, Alfredo y Mingo, que ellos se regresaban en avión el miércoles. Todo parecía que iba a estar bien.; salimos a tiempo y estábamos haciendo buen tiempo. Ya para las 7 de la mañana estábamos subiendo el Páramo. El carro de Carlos comenzó a fallar nuevamente pero pronto iba a responder; no fue tan critico como la ida. Nos tardamos un poco ahí pero todo bajo control. Logramos ver el amanecer en pleno Páramo; simplemente precioso. Nos detuvimos a desayunar ahí mismo. Hacía un frío diabólico para mucho; todos pedimos chocolates calientes o cafés para calentarnos; tardamos demasiado desayunando y perdimos tiempo valioso.

Luego comenzamos a bajar las curvas del demonio. El viaje se hacia pesado y aburrido; cosa que no sucedió en la ida. Muchos dormían; sobretodo los que no habían pegado los ojos en la noche. Todos menos yo, porque no puedo dormir en cosas que se muevan; ni aviones, ni carros, ni autobuses, ni barcos, ni nada. Menos mal que no puedo; porque en nuestro carro íbamos Daniel, Adri y yo. Adriana cayó muerta por gran parte del recorrido, sobretodo las curvas del infierno; así que fue mi deber como copiloto (aunque iba en el asiento de atrás) de mantener a Dani distraído. Hasta ahora todo iba de lo mejor, nada de hostilidades y aunque el camino estaba tedioso, era ameno. Ya comienza a pegar el calorsito y todos comienzan a despertarse. Al despertarse la mayoría necesitaba ir al baño, así que nos paramos infinitas veces; lo cual hizo que perdiéramos más tiempo. Después vino el crucial momento en el que Pio decidió volverse a meter por Barquisimeto; lo cual era una desviación de casi 100 Km y de mas de hora y media. Nuevamente no nos hizo caso cuando le dijimos que nuestros GPS decían que por ahí no. Por ende, terminamos desviándonos notablemente en el recorrido. Esto marcó un estado de ánimo; sobretodo para, una ya harta, Adriana.

Comenzaron los pleitos y la hostilidades por radio en las que se le criticaba a Pio de que hacía lo que le daba la gana sin pensar en los demás. Luego, nos detuvimos nuevamente porque la camioneta de Ramón empezó a fallar nuevamente. Ya estábamos inmensamente atrasados; Daniel sólo pensaba en la cola que nos iba a agarrar y en cómo tratar de contentar a Adri. El ambiente en la camioneta con Adriana se tornó muy feo. Ella no hablaba, y lo poco que decía era feo, hostil e hiriente. Daniel pasó fácil unas 4 horas tratando de agarrarle la mano; ella nunca lo dejó. Se podrán imaginar vivir esta hostilidad de pareja desde el asiento de atrás y tratando de animar la situación; misión imposible.

Nos volvimos a detener como parada del baño; esta vez fue cerca de un puesto de Quesos. Yo vi la gloria. Me bajé y compré 2 potes de uno de mis quesos favoritos; el de trenza. Ya lo único que pasaba por mi mente era el hacerme una arepa y devorarme ese queso. Entre tanto problema y comentario, la gente empezó a sentir hambre. Querían volverse a detener. No sé si era pro Adriana o por él, pero Dani estaba rehusado a detenerse, y aclamaba que quería llegar a Caracas lo antes posible. Esto generó un par de horas de peleas extras. Hasta que un grupo, conformado por Chicho, Carlos y Pio se pararon en Valencia a comer en McDonald's. Daniel, Alfredo y Ramón decidieron seguir. Al separarnos creo que todo mejoró en general. Aunque el ambiente dentro de la camioneta seguía infinitamente hostil.

Nos encontramos un poco de cola entrando a Caracas, pero nada del otro mundo. Gala, la novia de Alfredo, sugirió comer en el McDonald's de la Trinidad. Ya que, Minimi tenía que cambiarse de carro para la camioneta de Daniel, quien lo iba a llevar a su casa. Comimos volando, o al menos yo, más que todo por miedo a que Adriana me comiera a mi, o se tragara a Daniel. Rápidamente ya estábamos en curso nuevamente. Daniel dejó a Adriana en su casa; Mini y yo ayudamos a descargar todo. Luego me dejaron en la mía. Pude bañarme y ser feliz. Porque no hay mejor sentimiento, que el de haber llegado a casa. Sobretodo en viajes que no resultaron tan exitosos como debieron ser.

No comments:

Post a Comment