Thursday, November 18, 2010

El suertudo no eras tú


Desde que nos conocimos todos en mi familia creyeron que te odiaba; estaban muy equivocados, simplemente no había un cariño exagerado. Se molestaban porque siempre dije que tenías atributos de roedor; cosa que aun mantengo como cierta. Luego vinieron ciertos problemas familiares, y terminaste viviendo en mi casa. Al comienzo no estaba de acuerdo, no porque no te quisiera, sino porque necesitabas cuidados y la gente asumió que yo lo iba a hacer, sin siquiera consultarme. No hay cosa que me moleste más que tomen decisiones con MI tiempo sin consultarme. Fui catalogado de ogro e insensible por no quererte.

La verdad es que viniste tratando de cubrir un hueco que un viejo amigo mío dejé hace años. Cuando me mudé a casa de mis abuelos fue la última vez que vi a aquel amigo. Tú, años después, llegas a tratar de cubrir ese hueco; desde el comienzo tenías una desventaja. Sin importar mis quejas y reclamos, te mudaste para acá. Un comienzo bastante difícil para ser sinceros. Tú estabas muy deprimido, no comías, casi ni te movías. Extrañabas a mis primas, y es lógico. Poco a poco fuimos generando una amistad sin igual. Aunque seguía diciéndote que tenías atributos de roedor; y peor roedor homosexual. Todos me decían que no te quería, sin embargo te la pasabas todo el día conmigo. Día y noche sentado en el puf mientras yo miraba tv en mi cama; varias veces dejaste el miedo y te montabas en la cama conmigo.

Un año pasó, nuestra amistad creció de forma exponencial. A mí era a la única persona a quien le hacías caso; aunque a veces te decía que le hicieras caso a mi abuela para que no se molestara. Al llegar de la universidad me esperabas en la puerta; mientras entraba corrías a la silla de enfrente para hacerte del intelectual y esperar mi saludo. Muchas fueron las tardes en depresión que me acompañaste. E incluso te perdoné infinitas veces que me levantaras en las mañanas saltándome en la cama. Te encantaba lamerme las piernas, lo cual jamás dejo de asquearme y sorprenderme; simplemente muy bizarro para mí. Te encantaba que leyera en voz alta todo lo que escribía; mientras estaba en la PC, te ponías en el puf y no dudabas en quejarte si me ensimismaba mucho con el aparato. Simplemente te convertiste en parte importante de mi día cotidiano.

Ya te habías escapado en otras ocasiones, sólo por querer jugar en la calle. Por suerte, como siempre hay gente en la casa, pues estaban pendientes de ti y se encargaban de hacer que entraras rápidamente a la casa. Hoy, no pasó eso. Todos creyeron que estabas conmigo (como casi todas las tardes) yo asumí que estabas con mi abuela. La verdad es que no estabas. No sé cómo saliste, pero corriendo fui a buscarte. No te encontré por ningún lado. Iba casa por casa, preguntado si te habían visto, y nadie sabía darme una respuesta concreta. Simplemente te desapareciste. Obviamente no eres lo suficientemente autosuficiente para irte muy lejos sólo. Además siempre que te ibas, encontrabas el camino de regreso al aburrirte; pero no esta vez.

Mi única conclusión es que en una ciudad como ésta fuiste secuestrado. Alguien te vio divagando por la calle y se aprovechó de ti. Ni siquiera para pedir rescate a nosotros, porque de ser así ya hubiesen llamado. Sino probablemente para venderte al mejor postor. Dejando nuevamente un vacío. Un vacío que ya había sido curado con tu llegada. Ahora con tu partida se ha hecho más grande. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, pero dudo que vaya a volverte a ver. Llegar a mi casa no será lo mismo sin ti. Esas tardes tristes serán solitarias sin tus pequeños ojos viéndome. Hoy te quiero decir que te quiero muchísimo amigo; a pesar de lo que muchos creen. Ya nada será igual sin ti. Te extraño y temo por tu salud, quisiera saber que vas a estar bien. No me queda más nada que rezar por ti pequeña pulga. El suertudo no eras tú, aunque tu nombre lo decía, éramos nosotros por tenerte.































No comments:

Post a Comment