Sunday, November 28, 2010

Esa fragancia


Hoy me abrí los ojos y tu aroma ya no estaba en mi almohada. Después de tanto tiempo que ha pasado, es primera vez que realmente lo siento. La última partícula de tu fragancia se evaporó, al fin. Por supuesto mi cama se sintió diferente; calmada, relajada pero extrañamente…vacía. Las sabanas dejaron de dibujar tu silueta y la funda de la almohada dejó de imitar tu algo rizado cabello. Todo se siente extrañamente más liviano. Entré en pánico… aunque la verdad fue más confusión que otra cosa. Algo se sentía mal, distinto, nuevo; como si algo que había sido parte de mí, de mi rutina, de mi día a día, se hubiera desintegrado.

Sé que parece algo bueno; probablemente la señal de que por fin te superé. Mejor dicho, que curé todo mal “curable” que me hiciste; que logré sanar muchas de esas heridas y que las cicatrices dejaron de doler. Porque yo te superé hace mucho tiempo. Sin embargo, no siento que sea bueno, y mucho menos que estoy “curado”. Es cierto, he sanado, con el tiempo, de muchas cosas. Pero el daño que causaste es algo irremediable; tus palabras y actos se quedarán en mí eternamente. Estoy convencido de que lograste el sueño de todo ser humano: marcar a otro de por vida. Tristemente, no para bien. Me siento un tanto desnudo ante lo nuevo. Siento que necesito de esa amenaza para levantarme. Supongo que mi motivo para pararme de mi cama a diario fue principalmente para no darte la razón, para no darte el gusto de la victoria. Motivo claramente perturbante y significativamente errado para luchar; pero cumplía su cometido.

Por supervivencia pura fue que el no darte la razón me levantaba de la cama diariamente. Sinceramente no encontré motivos buenos y rosas como lo hace todo el mundo. Esos motivos de ir a “comerse el mundo” o de “brillar por la familia”, “ser el mejor en ___ cosa”, “conocer a mi futuro espos@”; nada de eso va conmigo. Tú destrozaste todo eso. Es por eso que, para evitar sucumbir ante la tristeza, mi motivo fue el no darte el gusto de la razón y decir que me habías jodido; porque sé mi orgullo y terquedad son mayores que casi cualquier sentimiento. Pero hoy no encontré esa motivación. ¿Será que tu nueva forma de… joderme (no hay otra palabra) es esta, quitándome mi razón de salir a luchar? Las heridas están ahí; sellándose. Pero tanto tú como yo sabemos que ese daño es permanente, y que nunca se irá.

Dudo que tengas algo que ver en esto. Seamos claros, eres maquiavélica y perversa, pero para lograr algo así tendrías que ser bruja. Entonces, por qué extrañé, si extrañé, tanto tu aroma; esa fragancia tan adictiva como la heroína y tan envolvente como canto de sirena. Esa fragancia que lo que es crear una tercera guerra mundial en mi cabeza y corazón. Esa fragancia con la que me manipulaste tanto. No entiendo por qué dejó de estar ahí. ¿Será que llegué a un punto en el que puedo bajar un poco la guardia? ¿Es eso lo que esto significa? Lo dudo, pero sólo el tiempo lo dirá.

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