Saturday, November 13, 2010

Reto Día 26: XV


“XV” para la gran mayoría no significa nada, un par de letras, un numero; nada relevante en sus vidas. XV es 15 en números romanos; sé que sigue sin parecer tener importancia. Pero para un alumno del Cumbres significa mucho. Si perteneces a las 15, significa que te robaste el busto de Simón Bolívar y lo devolviste en caravana con tambores y perrendolo; significa que te lanzaste a la piscina con ropa mientras todos miraban y después rumbeaste casa de Foco; significa que te graduaste en el 2007; significa que hiciste pirámides de pupitres y luego le lanzabas uno más para hacer que todos se cayeran; significa que uno de tus lemas es “pipi… tética”; significa que perteneciste a una hermandad, a la promoción más unida y querida del colegio; significa que extrañas a Luisma aunque sabes que desde allá arriba nos cuida a todos; significa que q en tu cabeza está grabado el “Semper Altius”.

Ser de la “pequiven”, nombre que salió en quinto año, es un honor. Es haber visto a Kike bajarse los pantalones; es haber escuchado a Andrés Eloy Blanco y sus infinitas historias; es haber sido de Cupido y unir a Miriam y a Salegui; es escuchar un “eeehm… NEGATIVO” y pensar en Marzu; es haberle sobados las Titis a Wendell TT’s; es haber sacado de quicio al Zombie a tal punto de ver volar su reloj; es haber recibido amenaza de coñazo de DiegoMoy; es haberle sobado la panza a Ernesto Trejo; es tener al Padre Jeimy como tu guía; es haber visto al Raino, Pecto y al Rayo levantar el Optimus; es tener algún sobrenombre.

Hoy recuerdo a mis hermanos de la XV. Hoy recuerdo las infinitas travesuras que marcaron el colegio. Hoy recuerdo las clases y los salones. Hoy recuerdo a los profesores. Hoy recuerdo mi infancia. Hoy les quiero decir algo, los extraño. Extraño ese momento de mi vida. Extraño la convivencia. Extraño las rumbas. Extraño las charlas. Los extraño a todos. Hoy, leí el discurso del Chino, y recordé ese momento en la graduación. Hoy sentí nostalgia. Los Quiero a todos.

Aquí les dejo el discurso del chino si quieren leerlo, es largo, pero vale la pena:

Estimados compañeros y amigos, director, profesores y todas las personas aquí presentes,

Me es sumamente grato dirigirme a ustedes en esta ocasión alegre en la que nosotros veremos, brevemente, el resultado tangible de nuestro trabajo y esfuerzo, plasmado en un papel. Sin embargo, espero inefablemente que para todos nosotros, los graduandos, ese papel sea sólo una pequeña fracción de lo que nos quedó de estos 11 años de vida en el Cumbres. Esta institución ha sido nuestra segunda casa y ha dejado anécdotas incontables e incomparables que permanecerán con nosotros hasta el día que se cumpla el fatum, realidad inevitable que nos incluye a todos, fatal y presente, como lo es, la muerte.

Ahora bien, no es hora de ultimátums y palabras lúgubres, sino de recuerdos memorables de una infancia sin igual. Bien se acordarán todos de los días en que comenzábamos clases a las 8 de la mañana, sin embargo llegábamos todos antes de las 7 sólo para poder jugar 30 minutos de pique en el estacionamiento antes de subir al salón, todos poníamos nuestros libros en la rejilla del pupitre y escuchábamos con una atención soñolienta en la cual nos distraía el zumbir de una abeja, pero al sonar el timbre, despertábamos súbitamente con un clamor estrepitoso que pocas guerras han igualado. Todos corríamos hacia el prefecto a pedir balones, o corríamos hacia el patio bien sea para meterse en la cola interminable de la cantina o para jugar con los hielocos, y luego al terminar, nos formábamos como soldados para ganar el concurso y hacíamos los ejercicios de fila flojamente, ocasionalmente emocionándonos con la mención del número 5. Poco a poco las cosas fueron cambiando y se iban creando buenas amistades y enemigos también, empezaron las peleas en el recreo y las travesuras en los salones. Eran aquellos tiempos cuando lanzar un cuaderno al ventilador lo hacían transpirar a uno como un deportista, y al hacerlo te convertías en héroe del salón, y aunque te expulsaran te sentías realizado, viviendo en una utopía inocente de risas incontenibles en la cual nuestras únicas preocupaciones eran jugar fútbol e ir a las fiestitas de nuestros compañeros, y las responsabilidades se veían como regaños innecesarios. Los padres y los profesores siempre estuvieron preocupados por nuestro bienestar y quisieron asegurar nuestra estabilidad y éxito en el futuro, pero estemos claros, sacrificar unos cuantos “consolidados” en primaria, más que valieron la pena.

Ahora teníamos camisas azules, éramos el ejemplo de todos los jóvenes de primaria, y por primera vez teníamos canchas completas en los recreos. Ahí empezaron las fiestas de noche y las renuncias de los profesores. Uno que otro osaba quedarse en el colegio y resistir nuestras tremenduras, y con paciencia y astucia, lograban adquirir nuestra confianza y aprobación como profesores y amigos. Sin embargo, otros, con suerte permanecían unos días en nuestra aula. La adolescencia despertó un aire irreverente y revoltoso en todos y comenzó una etapa de incertidumbre emocional, preocupación real por las responsabilidades de la vida, aunque era más por regaño que por creencia, descubrimos experiencias nuevas y fuimos conociendo nuevos amigos, y todos fueron adquiriendo sobrenombres por su aspecto físico o su manera de ser, como nuestro querido amigo el rabipelao, quien ya no estudia con nosotros, pero nos proporcionó horas de risa incontenible y cuentos para la posteridad. Ya Ernesto no nos mandará a cortar el pelo, ni seremos expulsados por Simón. No oiremos más cuentos de Andres Eloy ni cuentos chinos de Juvell. Ya no escucharemos a Rafaela pronunciar mal las palabras, ni le pediremos puntos a Sirit. Ya no haremos planchas con Nino, ni haremos guerras de papeles. Se acabo el evento. Segunda categoría de futbolito se acabó, las convivencias, el piscinazo, cuando nos fuimos a la playa, cuando nos fuimos a las cuevas, todas esos momentos que vivimos que pasarán a ser memorias. Tantos años que han pasado en un abrir y cerrar de ojos, pareciera que todo esto paso ayer. Ya hoy en día hemos crecido y madurado, nuestra perspectiva ha cambiado, nuestros objetivos se han transformado, seguimos siendo desorganizados, pero por lo menos lo balanceamos con espontaneidad. Hemos aprendido a apreciar y valorar las cosas, y todos hemos cambiado, pero lo que nunca cambiara es la unión y el afecto que existirá entre nosotros, la XV, para siempre.

Quisiera tomar un tiempo para agradecer a todas las personas que han hecho esto posible para nosotros, los padres y madres que nos han apoyado desde siempre, y que aunque no siempre tienen la razón, siempre tienen la mejor intención. Ellos han sido responsables de una gran parte de nuestra formación completa, y han aportado inmensamente a determinar quienes somos el día de hoy. Poco a poco nos han soltando las riendas, y saben que las decisiones importantes para uno ya están fuera de sus manos y que nosotros debemos salir al mundo a vivir, a experimentar y a conquistar.

También quisiera agradecerle al colegio por lo que nos ha dado, la educación académica y religiosa, la formación de valores, y sobre todo la fortaleza y “las pilas” que nos han proporcionado nuestros años en el Cumbres y todas las memorias agradables que pronto extrañaremos. Gracias a los profesores por dedicar su tiempo y esfuerzo para prepararnos, gracias por su comprensión y su ayuda. Gracias a Jesús nuestro padrino por su apoyo siempre, por compenetrarse con la promoción de la manera en que lo ha hecho, y por ser la gran persona que es.

Semper Altius. Lema de esta institución y que hemos mantenido como mantra personal consciente o inconscientemente por esta preparación que nos ha ocupado la totalidad de la vida que hemos llevado. Y es que estoy convencido que hemos sido “siempre altos”, ya que como estudiantes del Instituto Cumbres de Caracas somos un grupo infinitamente privilegiado: somos líderes. Y preparación de líderes es la que hemos recibido, de hombres íntegros, con inteligencia mental, física y emocional, que solo una institución de la calidad del Cumbres puede proporcionar.

Pero cada gran privilegio padece de una gran responsabilidad, ya que, como Edipo Rey, nuestra generación ha heredado los errores de nuestros antepasados. Pero a pesar de esto, hubo quienes comenzaron a construir los cimientos para el progreso, dándonos una educación sin paralelo: con capacidad analítica y crítica, para entablar relaciones, con conciencia social. El cielo es el límite… Esto nos convierte automáticamente a nosotros, graduandos del ICC, en los líderes del mañana, los guías de la generación destinada a encarrilar el rumbo de Venezuela.

Es una doble responsabilidad. Por una parte somos responsables ante nuestros padres, ante nuestros docentes, ante nuestra alma mater, ante nuestros amigos y ante nosotros mismos. Porque de una forma u otra, cada persona que nos rodea en el día a día aporta un grano de arena a nuestra formación de vida, y a estos… les debemos mucho. Por otra parte le debemos al país y a la sociedad nuestro aporte, los frutos de nuestro potencial, los resultados de nuestro trabajo, le debemos la esperanza del progreso.


Hoy es un día de alegría y de tristeza, de dolor y de esperanza. Como han dicho muchos por ahí, esta será la última vez que nos veremos todos juntos. Hay muchos compañeros y grandes amigos que se van del país y que con suerte los veremos un par de veces al año. Que duro es pasar 11 años viendo a una persona todos los días, conocer casi todo sobre él, compartir experiencias y contar con esa persona, y de un día para otro ya no poder hacerlo. Sin embargo, yo soy un gran creyente de la frase de un sabio escritor indio llamado Rabindranath Tagore cuando dijo que “la verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece más cuando todo ha oscurecido”. Que eso de valor a las familias y a los amigos que se ven ante una separación inminente, y que los ayude a aprovechar cada momento que están juntos. También, aunque muchos no estarán de acuerdo en mi caso, y los que saben donde vivo sabrán porque lo digo, me agrada bastante una reflexión hecha por un poeta romano llamado Juvenal que, exaltando las propiedades de la amistad, dijo: “nunca es largo el camino que conduce a casa de un amigo”. Esto lo digo porque no importa si se van para Estados Unidos, o se van a Costa Rica, o se van para la católica, deben saber que éste siempre será su hogar, aquí estarán sus mejores amigos y aquí estaremos extrañándolos y esperando su próxima venida.

Descartes dijo: Daría todo lo que sé, por la mitad de lo que ignoro, y así debemos pensar también, porque para vivir y entender de que se trata la vida, hay que saber, y antes aprender. Para mi no se trata de meramente estudiar materias y graduarse de una profesión, sino de encontrarle un sentido real a la vida, una pasión. Dejar un legado, ser lo mejor que podamos ser, y ser lo que queramos ser, porque la posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante. Sigamos adelante con nuestros sueños, busquemos la felicidad, no nos debemos dejar asustar por unos obstáculos en el camino porque si uno quiere lograr algo, lo logrará, y aunque los tiempos sean difíciles uno debe saber perseverar porque el futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido.
Pero para los valientes es la oportunidad.



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